jueves, 23 de diciembre de 2010

El perro anciano


Bueno, después de tener un roce con el otro lado, con la muerte de una perra con la que Jazz solía jugar, hemos decidido dedicar un post al perro anciano y a algunas enfermedades asociadas.

El tiempo pasa, y pasa para todos y desgraciadamente nuestros queridos amigos los perros envejecen a un ritmo rápido, quizá demasiado.
La vejez en un perro es sobre los 7 u 8 años, pues en ese momento es cuando sus capacidades fisicas empiezan a disminuir (por regla general). En esta etapa el perro necesita algo más de atención, pues los chequeos veterinarios tienen que realizarse más a menudo para detectar cualquier enfermedad y revisar las zonas sensibles en la ancianidad , y también hay que estar atento a los posibles cambios que pueda acarrear esta nueva etapa en la vida de nuestro amigo.
Esas zonas de las que ya se han nombrado son aquellas que por norma general se vuelven más "sensibles" con la vejez, como por ejemplo la boca y los dientes, los ojos, o también los oidos. Hay que decir que también hay que prestar más atención a las articulaciones, sobre todo en perros grandes, en los cuales son más sensibles que en perros de poca estatura.

A pesar de todo, decir que un perro viejo no es sinónimo de perro enfermo, porque un perro aún siendo mayor puede tener toda la vitalidad de uno joven, aunque en este aspecto hay que tener cuidado, pues el perro, independientemente de la edad necesita ejercicio, pero ajustado a las necesidades. En esta etapa es aconsejable reducir la actividad, pues sus funciones vitales son más lentas (incluido su ritmo cardíaco); pero repito que el ejercicio no puede ser eliminado, pues en la vejez el perro tiende a engordar.
Por esa misma razón, el hecho de dar golosinas debe ser eliminado, o por lo menos, reducido, pues los escesos de grasa pueden tener efectos adversos.
Hay que hacer especial mención a la cadera, pues con la edad es frecuente que al perro le duela, a menudo, siendo resultado de los procesos artríticos (lo cual puede ser resuelto con antiinflamatorios); y también a la espalda, por lo que conviene masajearla, o bien, cepillarla.



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